Circuitos universales

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Comunicaciones preparatorias 11

“Las razones fundamentales por las cuales cualquier hombre en contacto con lo invisible, o en contacto con un nivel de inteligencia que sea sobrehumano, debe primero entender y comprender profundamente que el propósito primordial de estas inteligencias no es servir al hombre, sino llevarlo a un nivel de vibración lo suficientemente alto como para ser capaz de entrar en comunicación creativa con él, eventualmente.” BdM

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Se trata de la apertura de circuitos universales y de la conciencia humana. La apertura de los circuitos universales, en el hombre, es un fenómeno cuyas leyes no conoce. Para el hombre, cualquier comunicación con lo invisible se convierte en una razón para creer que finalmente tendrá una respuesta a todas sus preguntas, y que desde lo invisible se le indicará permanentemente la dirección que debe tomar su vida y las condiciones bajo las cuales debe desarrollarse.

Ignorantes de las leyes que separan el mundo de la materia del mundo del espíritu, muchos hombres en contacto con lo invisible deben, al menos por experiencia, si no por instrucción, aprender a protegerse personalmente contra sí mismos, es decir, contra su ignorancia de estas leyes.

El propósito de esta grabación es hacerles comprender, más allá de lo que ya se les ha indicado, las razones fundamentales por las cuales cualquier hombre en contacto con lo invisible, o en contacto con un nivel de inteligencia que sea sobrehumano, debe primero entender y comprender profundamente que el propósito primordial de estas inteligencias no es servir al hombre, sino llevarlo a un nivel de vibración lo suficientemente alto como para ser capaz de entrar en comunicación creativa con él, eventualmente. Ahora bien, cualquier comunicación creativa con estas inteligencias sólo puede lograrse mediante una transmutación gradual de la mente inferior del hombre y de las emociones del hombre, de modo que estas últimas sean gradualmente llevadas a un nivel de percepción vibratoria de su presencia en él, lo suficientemente desarrollada como para que el hombre, el mortal, y estas inteligencias puedan coordinar sus esfuerzos para el fin último de la evolución, tanto material como espiritual.

Siendo ignorantes de las leyes, de los circuitos universales concernientes al Hombre de este planeta, y siendo espiritualmente optimistas en la calidad de sus pensamientos y en la naturaleza de sus emociones, los Hombres que son contactados por estas inteligencias en su primera experiencia, tienden a tragar todo lo que reciben de estas inteligencias. Sin embargo, esta receptividad ingenua proviene de la falta de experiencia que el hombre posee en relación a estas inteligencias. Y durante su evolución, tendrá que adquirir la experiencia necesaria que lo llevará finalmente a darse cuenta objetivamente de que estas inteligencias no están ahí, al principio, para ayudarle a resolver sus problemas materiales, o cualquier otro problema relacionado con su ego, sino para transformar la energía de su cuerpo mental y su cuerpo emocional, de modo que pueda, eventualmente, ser totalmente neutral, totalmente por encima de los problemas subjetivos de la vida, porque habrá comprendido todas sus dimensiones.

Mientras el hombre no haya entendido este principio y crea que puede confiar en la información que quiere darle -información que muy a menudo corresponde a sus deseos personales- es obvio que este hombre eventualmente reconocerá su error, y aprenderá a no confiar en la información que proviene de estos planes hacia él, con el único propósito de reforzar, en el nivel material, cualquier ambición de su cuerpo de deseo. Esta primera lección es probablemente la más difícil de entender y de convivir, cuando el hombre está en contacto mental telepático con inteligencias cuyo poder y sabiduría conoce.

Por la tendencia racionalista del hombre, por su actitud, o por su hábito de ver siempre las cosas desde su propio punto de vista, y para juzgar estas cosas en relación a lo que le gustaría que fueran, el hombre se ve a sí mismo en una posición muy inferior, en relación a estas inteligencias. De modo que cuando haya aprendido su lección, cuando haya comprendido que estas inteligencias operan bajo ciertas leyes inmutables y que el hombre debe, poco a poco, entender estas leyes a través de su experiencia, sólo entonces será capaz el hombre de liberarse completamente de la ley de la mentira que pende sobre su cabeza y que es manipulada en todos los sentidos y dentro de un marco extremadamente matizado por estas inteligencias, por estas fuerzas espirituales.

Huelga decir que si el hombre hubiera podido, durante siglos, tener una confianza ciega en sus contactos con lo invisible, hoy habría adquirido un conocimiento muy grande y vasto, que le habría liberado de la condición humana que hoy debe vivir. Pero ese no fue el caso, y tampoco lo es hoy en día.

Ya no es un problema de comunicación al que el hombre debe enfrentarse, es un problema de discernimiento en la comunicación. Y el discernimiento en la comunicación no es algo fácil de aprender, o de adquirir, porque el discernimiento es un estado personal al que el hombre sólo tiene derecho cuando ha pasado por todas las pruebas posibles e imaginables en su mente, en relación con estas inteligencias, y ha adquirido el equilibrio emocional y mental que se convierte para él en lo que se llama “discernimiento”.

Mientras el hombre posea dentro de sí una emoción o una forma de energía que pueda ser ligada a la emoción subjetiva, está sujeto a ser engañado. Y es por eso que los videntes, médiums, todas las personas que tienen, en un nivel u otro, contacto con las fuerzas espirituales, nunca pueden operar sobre una base perfecta de percepción extrasensorial.

La apertura de circuitos universales a escala global se convierte para la humanidad en una gran fuente de fuerza espiritual. Pero por otro lado, los individuos que hacen o experimentarán la apertura de estos circuitos universales, esta comunicación entre lo visible y lo invisible, serán los que tendrán que soportar el peso de este primer intento de comunicación abierta con el Hombre. Y es por eso que estos individuos deben ser aconsejados en cómo vivir esta experiencia, para no someter su existencia psicológica a una transacción unilateral demasiado grande entre sus mentes y los espíritus superiores.

Mientras el hombre no haya aprendido este principio básico, este principio que le permite protegerse de cualquier intención unilateral, está sujeto a un sufrimiento interior que podría haber evitado si hubiera comprendido los aspectos profundamente ocultos tras el velo del espíritu. Mientras el hombre interprete las intenciones espirituales de estas inteligencias, ya sea en un contexto oculto o en un contexto esotérico o religioso, no hay ningún problema para él. Pero tan pronto como el hombre entra en contacto directo con estas inteligencias y tiene que apoyar unilateralmente su información -porque aún no tiene el poder de someterla a un estricto control humano- le es imposible participar con estas inteligencias, de manera neutral y franca y totalmente abierta.
El peso está sobre sus hombros y le corresponde a él superar la capa de la ingenuidad oculta humana, para llegar a construir, en sí mismo, una pared que sea lo suficientemente impermeable como para que nunca pueda quedar atrapado en su juego.

La dicotomía entre el mundo material y el mundo espiritual, la división, es sólo una ficción del espíritu humano. Y cuando el hombre entra en contacto con inteligencias que evolucionan en los mundos superiores, tiene la impresión de que debe vivir o que vive dos vidas: una vida espiritual y una vida material. Sin embargo, esta impresión es falsa, y es precisamente a partir de esta impresión que el hombre tiende a creer lo que estas inteligencias le traen, y a confiar en lo que estas inteligencias le traen, de modo que, poco a poco, pierde la confianza en su propia inteligencia y sólo busca confiar en la de ellos. Y aquí es donde comete el error.

El hombre debe darse cuenta de que el mundo espiritual, los planos invisibles y el plano de la materia son interdependientes, y que estas inteligencias espirituales siempre han estado en él, que siempre han obrado en él, pero que él no era, entonces, consciente de ello. Pero cuando se da cuenta de ello, ya no es razón para que pierda el control de su inteligencia y someta su inteligencia a estas inteligencias, ya que toda inteligencia es sólo parte de la misma corriente de energía. Sin embargo, cuando el hombre entra en contacto con estas inteligencias, cuando se da cuenta de ellas, automáticamente tiende a dejar de lado su inteligencia, o a reducir lo que cree ser, para dar a sus inteligencias una mayor importancia o lugar en su vida.

No se trata de someterse a nadie, a ninguna inteligencia en lo invisible, se trata de ser consciente de estas inteligencias, de ser consciente de la naturaleza del pensamiento en sí mismo, sino de utilizar siempre la propia energía, para no someter la propia vida a condiciones que vayan más allá del marco de una vida humana. Lo que está arriba debe estar abajo, pero lo que está abajo debe estar arriba. Esto significa que debe haber un equilibrio entre lo alto y lo bajo, debe haber un equilibrio entre las inteligencias que iluminan al hombre y la inteligencia del hombre que recibe sus mensajes. Si no hay equilibrio, es desorden, es sufrimiento, es pérdida de energía.

El hombre debe dejar de ver lo espiritual como superior a lo material. Debe ver lo espiritual como una dimensión de la evolución cuyas leyes son distintas a las de lo material. Y ver lo material como una de las condiciones de la evolución cuyas leyes son distintas a las de lo espiritual. Y como está en lo material, debe hacer lo mejor para la evolución de este plano, usando, ayudándose a sí mismo con la luz que puede venir a él desde los planos espirituales, pero no creyendo que los planos espirituales actuarán en su lugar en la materia, puesto que si él está en la materia, depende de él operar en la materia.

La ingenuidad espiritual del hombre es un peligro para su equilibrio psicológico, para su paz interior, para su visión objetiva de la dualidad y unidad de estos dos mundos. No tengo nada en contra de los planes espirituales. Pero no me gusta que los planos espirituales, que las inteligencias espirituales se conviertan en muletas para el hombre, porque sé muy bien hasta qué punto estas muletas pueden llegar a ser permanentes para él. Es mejor para un hombre no haber conocido nunca lo espiritual a nivel de la comunicación, que conocerlo mal.

Noten estas palabras: El hombre puede estar muy cerca de la mente, pero puede estar muy lejos de entenderla. Y el hombre debe comprender perfectamente al espíritu si quiere beneficiarse de su proximidad al espíritu, de lo contrario puede sufrir enormemente del espíritu, porque el espíritu es el espíritu y el hombre es el hombre. Y los dos deben unirse en total armonía, donde ninguno de los dos está sujeto o sujeto al otro, pero donde ambos trabajan en total equilibrio.

Los tiempos venideros cambiarán, serán diferentes. Lo que el hombre sabrá del espíritu, de lo invisible, será extremadamente importante para su evolución. Pero por otro lado, antes de saber lo que tendrá que saber, el hombre tendrá que desarrollar el conocimiento de las leyes de la mente, para que haya un equilibrio total entre él y él.

Aquellos que creen que la mente es buena, que la mente es esto, que la mente es aquello, y que la mente quiere ayudar al hombre, están sujetos a experiencias con la mente que le mostrarán que la mente evoluciona dentro de un marco de ley universal, y que estas leyes no pueden ser acortadas. Y corresponde al hombre comprender estas leyes a través de su mente y de la inteligencia de su mente, de modo que las leyes que estructuran los mundos invisibles estén armonizadas con la conciencia inteligente del hombre, de modo que esta última, finalmente, se beneficie de la claridad del espíritu que hay en él.

Pero la claridad del espíritu viene al hombre con el tiempo, con la experiencia del espíritu. Siendo el espíritu en el hombre, el hombre sólo tiene que confiar en sí mismo, pues el espíritu ya está allí, el cual obra en él. No tiene que preguntarle a la mente si debe hacer esto o aquello. Debe confiar en sus propios recursos. Y cuanto más sensible se vuelve al espíritu, más sensible se vuelve a su energía de manera vibratoria, y es con esta energía que el hombre puede trabajar en el nivel material.

Si la mente le informa de esto o aquello, el hombre sólo tiene que esperar y ver si la información es exacta y precisa. Pero si da por sentada esta información y actúa en consecuencia, se verá obligado a sufrir, en un nivel u otro, alguna consecuencia.

El espíritu se corresponde con el hombre para darle a conocer su presencia. Y cuando el hombre ha aprendido las leyes de la mente, en ese momento, la mente puede comenzar a informarle sobre esto o aquello. Y el hombre, en ese momento, sabe que el equilibrio entre él y el espíritu es perfecto, y que desde ese equilibrio puede usar la información del espíritu para facilitar su comprensión de los acontecimientos materiales. Pero si lo hace antes de haber sido preparado largamente por el espíritu, se verá obligado, en algún momento de su transformación, a dejar de creer en el espíritu y a confiar en sus propias fuerzas mientras el espíritu trabaja en él. Es a través de la experiencia que el hombre comprenderá estas cosas, pero estas explicaciones pueden ser útiles si tiene oídos para oír.

Mientras el hombre no esté totalmente armonizado con las vibraciones, la energía de estas inteligencias, está sujeto a la ley de las mentiras cósmicas, y esta ley se aplica a todos los niveles de la creación. Cuando el ego, la personalidad y el alma están perfectamente armonizados, es entonces permisible que el espíritu dé información al hombre, para facilitar el paso del conocimiento total, para elevar la conciencia de la civilización planetaria y para crear en un ciclo futuro una nueva dimensión de evolución. Este es el propósito del contacto entre la mente y el hombre.

Mientras busquéis un beneficio personal, un beneficio egoísta, el espíritu puede someteros a la ley de las mentiras cósmicas, para haceros comprender, de una vez por todas, que la realidad es anterior a la verdad. Así como la verdad halaga al ego del hombre, la realidad lo somete a su ley. Por eso la armonía, la unidad con el espíritu, es una obra que sólo el espíritu puede realizar en el hombre, a pesar de sus deseos espirituales.

Si el hombre no estuviera contaminado en su ego por una multitud de formas, la comunicación entre él y la mente se habría establecido hace mucho tiempo. Y esta comunicación estaría hoy libre de la ley de las mentiras cósmicas, pero no es así. Y por eso, el hombre debe ser descontaminado, descontaminado de las formas que lo subyugan, antes de ser totalmente libre en espíritu y tener relaciones de igualdad con él.

Todo esto no significa que la comunicación entre el hombre y las inteligencias espirituales no sea válida, al contrario! Pero esto indica que una posición de inteligencia informada debe ser inculcada y experimentada por el hombre, en lugar de una ingenuidad infantil. Como las leyes son así, sólo queda que el hombre las entienda y las viva tal como son. Si el hombre racionaliza estas leyes a su favor, si persiste contra el hecho de que el espíritu le comunique tal o cual cosa de una manera perfecta, es sólo en su experiencia que esta obstinación será reducida por una conciencia inteligente, práctica y totalmente libre de ingenuidad espiritual.

Puesto que los planos superiores preceden a los inferiores en el tiempo y en la perfección, es natural que los planos inferiores se armonicen con las leyes de los planos superiores si quieren beneficiarse de las fuerzas que emanan de estos últimos. El más mínimo malentendido o ignorancia de las leyes de los mundos superiores puede ser perjudicial para la experiencia mortal en el mundo de la materia.

No se trata de que el hombre se convierta en un instrumento o herramienta de estas fuerzas, un ser manipulado por estas fuerzas. Se trata de que el hombre se ponga de pie, absorbiendo la energía de estas fuerzas y utilizándola para su propio bien evolutivo. Pero mientras no haya comprendido la ley del espíritu, la ley de estas fuerzas, está sujeto a una multitud de experiencias que podría haber evitado si hubiera comprendido que lo que está arriba, está abajo, cuando el plano inferior está totalmente armonizado con el superior.

Durante este período de transformación, de transición, el hombre debe estar en guardia y no tomar en serio lo que se le comunica. Si se le da material valioso, que pueda comprobar, que pueda serle útil, que esté en armonía con su experiencia, tanto mejor. Por otro lado, si se le da material que dificulta su experiencia, entonces debe aprender de ello y no tomar en serio estas comunicaciones, hasta el día en que dichas comunicaciones se conviertan para él en una extensión de su inteligencia en el tiempo y el espacio.

Pero mientras estas comunicaciones no se presten al ejercicio de su inteligencia, está obligado a recibirlas, a escucharlas, pero no a tomarlas en serio.

Imagínese, un grifo que no ha sido usado por mucho tiempo, si lo abre por primera vez, las primeras aguas que pasarán a través de este grifo se oxidarán, estarán oxidadas. Con el tiempo, el agua clara fluirá a través del grifo y servirá como bebida. Pero si bebe agua sucia, oxidada y oxidada, puede estar enfermo. Este es el mejor ejemplo de este fenómeno de comunicación con los planos invisibles. Las primeras comunicaciones deben ser vistas y observadas con inteligencia, y no experimentadas con los ojos cerrados a causa de demasiada ingenuidad espiritual.

La apertura de circuitos universales alrededor del mundo es la mayor experiencia de telecomunicación entre el hombre y los aviones invisibles jamás operados durante la evolución humana. Este fenómeno es tan vasto que sólo los grandes seguidores conocen su dimensión. Por eso se sugiere que estés atento, vigilante y no te dejes atrapar en el juego de la mente que comienza a penetrar en la conciencia del hombre para elevar sus vibraciones.

El cerebro humano funciona como una radio, y las ondas que penetran esta radio vienen de todos los lados del cosmos. Sólo con la experiencia, la madurez, la inteligencia, el hombre podrá finalmente discernir entre lo que es bueno para él y lo que es nocivo. Cuando la gran preparación haya sido completada, el Hombre será capaz de comunicarse con los planes superiores de evolución con gran facilidad y confianza. Todo en él estará armonizado: su mente, sus emociones, su cuerpo de vida y su cuerpo material. Para que las comunicaciones de los planos invisibles, que descienden hacia él, le sirvan en su evolución futura.

Pero mientras el hombre esté progresando, mientras esté en transición a este nuevo ciclo, debe estar en guardia y no dejarse manipular. Tan grande como es la mente, tan buena como es, tan terrible como es, cuando no está perfectamente integrada en la conciencia humana. Cuanto más se relaciona el hombre con la perfección, más está sujeto a sufrir de esta perfección. No hay sentimiento en la mente, la ley de la mente es una ley universal y debe ser aplicada de una manera perfecta. Todo lo que le queda al hombre es comprender la perfección de esta ley dentro de su experiencia personal, para no sufrir por la perfección de la ley.

Por eso te digo muy a menudo que no creas. Escuchar, pero no creer. Si te dijeron bien, mucho mejor, pero si te distorsionaron la verdad, hay una razón. Es que hay un trabajo que debe ser hecho en ustedes, para que con el tiempo puedan estar perfectamente en armonía, perfectamente en equilibrio con las fuerzas internas.

Acostúmbrate, de una vez por todas, a no tomarte en serio, a no tomar en serio las comunicaciones que recibes, a escucharlas, a sentirlas y a ver si son correctas o no. Dependiendo de sus detalles, usted sabrá si la mente en usted está dispuesta a informarle bien, o a desinformarle. Si a veces estáis bien informados, es para aseguraros, si otras veces estáis mal informados, es para conduciros a una mayor confianza a través de una experiencia que debéis vivir y cuyo espíritu conoce el resultado beneficioso.

Has vivido toda una vida sin contacto con la mente, puedes vivir otra parte de tu vida en contacto con la mente. Pero esta segunda parte no debe ser sometida al juego de la mente, ya que está en su ventaja, en esta nueva vida, ser más libre, más feliz y más sereno. Debes entender tres cosas. Primero: nunca creas lo que se te dice por dentro. Segundo: siempre escucha lo que se te dice dentro. Tercero: mira si lo que te han dicho internamente corresponde a tu realidad. De esta manera usted podrá beneficiarse de la información correcta y no sufrir de información falsa.
Si el espíritu quiere que sepáis algo, sabed que os lo hará saber. Por otro lado, si la mente no quiere que sepas algo, puede engañarte, si sabe que demasiada curiosidad, o demasiado interés personal que te retrasa, busca saber lo que no debe saber.

La independencia psicológica de la mente es esencial. La conciencia espiritual del espíritu también es esencial. Mientras uno sirve al hombre, el otro sirve al espíritu. No te dejes engañar por el espíritu. Escuchadle, pero no le creáis ciegamente, porque si no, seréis siempre bufones ante vosotros mismos y peones del espíritu. Y eso no es libertad psicológica, espiritual o cósmica.

actualizado el 14/08/2024

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